La existencia se me revela
completamente novedosa:
me despierto en mitad de la noche
con el picor más atroz que
haya sentido nunca,
asolando a un pobre y desconcertado dedo, de mi pie
derecho,
apéndice mortal y rosa, al que tengo cariño por encontrarse
al final de otros cuatro,
igualmente queridos y mortales.
Era un picor punzante y agónico que
de haberse
prolongado un poco más de tiempo
habría provocado entre mi dedo y yo
una ruptura definitiva.
Sin embargo diez segundos de intensísimo arrebato, y repentino,
el mundo vuelve a construirse como antes, tal cual era.
Esta u otras sensaciones sin
respuesta esta mañana
nos conducen a un difícil mañana sin respuesta,
un diminuto misterio de proporciones cósmicas,
del que nada sabremos ni tú ni yo, ni nuestros respectivos dedos.Poema seleccionado para la antología del III Día Internacional de la poesía en Segovia. Marzo 2012
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