No sé por qué
pero miro tus piedras y tus huesos
detrás de este cristal
y te imagino triste.
Y hoy en el interior de mi cráneo,
tan parecido al tuyo,
me gustaría que nos sentáramos, abrir
una cerveza fría
y hablar de hombre a hombre
hasta la noche.
No te lo vas a creer
pero todo parece indicar que de
momento
vamos ganando.
Los mamuts esqueletos bajo tierra
las serpientes cada vez molestan
menos
los leopardos, las panteras y los
osos
nos evitan las pisadas en el bosque
Los terremotos cada vez más
previsibles
hasta las enfermedades han
retrocedido
aunque no lo suficiente
para ellas nunca es suficiente.
Hace mucho que dejamos las cuevas
definitivamente a los murciélagos
vivimos en pequeños orificios más
cuadrados
sin arañas ni goteras.
Menos frío
Menos hambre
Menos bosque
Más palabra
Más locura
Mismo miedo
Hemos ocupado el mundo con sangre,
paciencia y carreteras
lo hemos llenado de gente como tú, como nosotros.
¿ Te acuerdas de
aquel hueso redondo
que te iluminaba el cielo por la
noche?
Ahí sigue,
cuando vuelvo a casa
lo miro casi con tu mismo asombro
aunque no pueda separarlo de la
palabra “luna”
ni de tres o cuatro canciones con guitarra
ni de tres o cuatro canciones con guitarra
ni de un tipo flotando en traje de aluminio.
No sé si llegaste a distinguir el
ruido de la música
pero creo que inventaste la belleza
la tarde que puliendo flechas
te dio por guardar aquella piedra
tan negra, tan lisa, tan distinta
tú no notaste nada
pero allí estaban escondidos el Partenón , Rembrandt
la novena de Beethoven,
Shakespeare, Marilyn o Stanley Kubrick.
Por eso quiero brindar contigo
por tus alas de ambición
y tus garras de pregunta
Gracias por quedarte mirando
aquella puesta de sol inútilmente
por el deseo girando en tu pupila
y el orgullo sin nombre de tu especie
gracias por el fuego y el hacha
y la ternura
Por ponerte de pié hasta
hacer que al suelo
le naciera para siempre el horizonte,
por tu ingeniosa manera de buscarle
nuevos
e intrépidos usos a la boca.
Gracias por el llanto y por la lámpara de aceite
por el grito y su extraña
propensión a la palabra
por complicarte la vida
por el amor, tan animal y tan extraterrestre.
Por tus terribles ganas de
estrangular al tiempo
que también son mías
que también son nuestras.
Y no sé qué más decir para animarte:
que tu mano en la pared aún se
conserva
y
que los bisontes ahí siguen
como recién pintados
Y gracias por tu poema cavernario, que rescata a la perfección los hallazgos poéticos de aquel primer artista
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