en el
semáforo
en la
cola del banco
en la
puerta giratoria
en el
baño del restaurante italiano
te hace
sentir con su estilo, con su barbilla
con su redondísima displicencia,
el último
y más ridículo extra
de su
grandiosa superproducción. ¡
No sé a
vosotros,
pero a mí
me asaltan unas ganas locas
de
ponerme a saludar a cámara
y al
menos joderle ese plano.
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