Después de toda la mañana entre
autobuses
el 32, el 71, el 20, el 18…
en hileras grises
como elefantes viejos.
Hacia las tres y poco
la tarde ya ha virado
violentamente a lunes
se ha puesto absurda y
peligrosa
como el centro de una
circunvalación.
Una tarde
erizada de abrigos y de
números.
metálica, insignificante
tan gris que parecía
diseñada
por un administrador de
fincas.
Después, horas después,
casi atardecida la esperanza
he vuelto a casa
y al mirar por la ventana
(ha sido de repente)
la explosión de una
sandía
te lo juro,
el cielo de diciembre
restallante
con cincuenta lamparones de agua
roja
Yo he contemplado el espectáculo inmóvil
mientras tú me decías no sé qué desde la ducha.
Aquel cielo de sandía, tu casa
tú en la ducha
ha sido
ha sido
como el dulcísimo sabor
de una mínima venganza.
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