El
sol incendia por dentro
los
tres túneles de sangre que van
de
mi cuello a mi antigua cabeza.
¿Hacia
dónde vamos?
Un
cielo cobarde
que
ya no es mi cielo de siempre
se
encoge de nubes.
Y
los coches me miran
con
las luces prendidas
como
dioses remotos y morados
y me
escupen a la cara un hueso de gacela.
Tengo
una raja de nieve en la garganta
el
escorpión transparente de la angustia
quemándome
a picotazos el estómago
¿Hacia
dónde vamos?
Sudo
y me nacen asesinos con bigote
en
los viejos toboganes del alma,
que el mundo no es el mundo
sino
por esa sensación de estar en casa
que
acaba de marcharse con este escalofrío.
¿Hacia
dónde vamos?
Y
miro de reojo al hospital
tan
sólido, tan blanco y tan estúpido
como
el mismísimo…
no
sé con qué compararlo .
¿Hacia
dónde vamos?
Sigue
insistiendo el tipo
que
conduce el taxi.
Al menos hacernos la pregunta, a pesar de la angustia y la extrañeza. Poema necesario. Sigue así Miguel.
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