Es un hecho indubitable:
los perros tienen todas las
respuestas.
Harto de verme pasear este
cerebro
de simio rosa y egocéntrico
por todas las habitaciones
de la casa.
Harto de verme convertir un
día normal
en un cobarde sumidero.
Edgar me mira fijamente,
en actitud de reprensión profunda.
Un hormiguero de sombras en
el aire,
va llenando gota a gota
nuestro cuarto.
Un sol viejo olvidadizo
se deja tres naranjas de luz
en la ventana,
la tarde tiene esa distancia
exacta entre las nubes
que invita a repensarlo todo
ese aire como de comedia
enferma.
*Edgar, quiero preguntarte…
¿Qué sentido tiene todo
esto?
¿Qué hacemos tú y yo aquí,
en el universo?
Sé que me entiende,
porque agita el rabo
porque busca la correa
porque decide que yo
me lleve al parque.
*Edgar: es el nombre del perro de mi amigo Malcolm
Segura que Edgar tiene la respuesta... todo un filósofo. ¡Muy bueno! Un saludo
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