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viernes, 30 de diciembre de 2011

Poema de amor y axilas



¿Sabes una cosa?
me encantan tus axilas,
no te conozco un  pelo 
pero me encantan tus axilas.
Tus axilas siempre cerradas son un libro
estrellado encima de mi cama
    hoy,      aquí,     ahora,
beberme tus axilas.
Prefiero aquellas que sudan diez milímetros
cuando el calor nos las devuelve un poco,
En  época de invierno  e incipiente vello
todo el mundo se guarda el sexo en las axilas,
como el pan.
Una vez conocí a una chica
que escondía dos preciosas islas griegas  
para vivir allí por unos años, 
como Ulises.
Son una bendición,
compradlas en los mercadillos,
las farmacias y en las tiendas de animales
preguntad por ellas.
Resignadas, reciben termómetros y maldiciones,
reciben verrugas y sprays desodorantes
pero enseguida los incendian, 
los estallan.
Se cuentan casos de axilas tan ardientes
que son capaces de regresar en dos minutos
 a uno o varios  muertos a la cama.
La axila es el gran misterio de nuestro siglo
por todas partes vagan hombres nostálgicos
con los ojos y las narices en las manos 
alguien  ha decidido sustraerles las axilas
y abandonarlos pobres moribundos
 y despreocupados
 en un mundo atroz y  sin axilas.
Tus manos, tus pechos, tus mejillas
son la hostia,
rozan la tierra  en las reuniones,
 en las cocinas,
 en los sórdidos  tranvías,
pero tus axilas mientras callen  lo contrario
tus axilas desde hoy
para nosotros.

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