Del salón en el ángulo oscuro
de su dueño tal vez olvidada
silenciosa y cubierta de polvo
veíase mi play station 3.
Fue el mejor regalo
de mis veintipico inviernos
y ahora mírala, muerta
abatida como una urraca
en mitad de mi salón.
Lo malo de los vicios es
cuando no dejan espacio para otros.
Por eso pienso dejar de leer
estos libros absurdos de poesía
porque van pariendo por la
noche
por todos los rincones de mi casa,
como gatas poseídas.
Acabar con estos libros
que pido por correo y cuando llegan
ponen huevos en la herida de mi
frente.
Estos libros que no salvaron
a Baudelaire ni a Lorca
ni por supuesto a la mujer de William Burroughs
ni al raro de Girondo
que se encontraba metáforas
correteando por el cuarto de la
plancha.
Estos libros,
son la tumba de los hombres tristes
que no saben trabajar, comer,
dormir
y tirarse a su mujer como dios
manda.
Deshacerme de ellos,
antes de que se haga tarde
o vender la play station
para comprarme un perro.