En el sueño yo tenía tanto amor
que decidía repartirlo
salía a la calle para intentar polinizar
con besos
un campo de amapolas
susurraba canciones a los gatos
y saludaba a los perros con el
mismo ritual
con el que ellos saludan a sus
amos.
Hacía cosquillas a las ramas de los
árboles
y daba un masaje en los pies a los semáforos.
Visitaba a las farolas pobrecitas
que no se pueden mover
y les contaba historias de farolas
rebeldes y viajeras.
En el sueño yo era Cupido con barba y pantalones
hacía que las cebollas lloraran de
la risa
sacaba a bailar swing a las palomas
abrazaba a todos los girasoles por
la noche
cuando están más tristes
y escribía cartas de amor a las
cucharas.
En el sueño tenía tanto amor que
empezaba a repartirlo
y era capaz de engendrar en la
belleza.
En mi sueño el guepardo, la gacela
y yo
nos comprábamos una casita junto al
río.
Cuando el surtidor de gasolina
me decía han sido treinta litros de
diésel
yo le respondía: “ te quiero tanto”
Iba a la pescadería
y les cerraba los ojos a todas las
lubinas
y a los boquerones les contaba un
cuento
y le daba las buenas noches al café
soluble.
En el sueño yo sembraba amor y más
amor
tenía tanto amor que decidía
repartirlo.
Luego me despertaba
y volvía a ser este imbécil
incapaz de demostrar amor
por todo lo que de verdad me
importa.