Lo
disimula con ese azul tan diáfano esta tarde
pone cara
de bueno
de no
haber roto un velero en su vida
pero me
temo que el mar debe estar harto de
nosotros
de
nosotros, los humanos
Cansado de indigestarse con nuestros tesoros hundidos
de enredarse en nuestras redes
de que le
clavemos arpones en el pecho plateado
Harto de
que silenciemos poco a poco
la infinita conversación de sus ballenas
de que le
hagan cosquillas en la tripa
nuestro
viejos submarinos alemanes
de salir despeinado
en todas nuestras fotos de la playa
¿Qué
espectáculo será vernos llegar con la sombrilla
a cuestas
y el corazón lleno de humo…?
Pero
sobre todo estará cansado,
digo yo,
de que le
contemos nuestra vida sin pagar por la consulta
cada vez
que tenemos ocasión o vacaciones.
“Esto con
los dinosaurios no pasaba”
(seguro
que se lamenta el mar en alguno
de sus
fondos abisales)
Año tras año
nos colocamos frente a él
echamos a
nadar nuestra mirada más profunda
y le lanzamos preguntas imposibles:
¿Adónde
se dirige el universo?
¿Quién
soy yo?
¿Qué es
la vida y qué la muerte?
¿Va a
volver conmigo Carmencita la de la pastelería?
Preguntas
para las que el mar
como
nosotros
no alcanza
a tener
el más
mínimo indicio de respuesta …
y alguna vez trae algas y medusas a la playa
pero
nunca trae una respuesta.
Bastante
tiene con hacer bien su trabajo
porque
reconozcámoslo
debe
hacer falta mucha concentración
para que en este preciso instante
y
nunca antes
pero
tampoco después
llegue aquí
justo
ahora
esta ola.