Llegamos a clase pálidos
con ojeras violetas
cuando todavía es de
noche.
Atravesamos siglos en
aviones de papel
caminamos entre
rascacielos de actas y memorias
soportamos Biblias de
programaciones
Empezamos la mañana en
el desembarco de Normandía
y acabamos en la
anorexia de Pablo de 2ºC.
En un solo día
de la mitosis a la
regla de tres
del rapto de Helena a la catedral de Burgos.
Gastados, blancos,
mortecinos
bajo la fría luz de un
fluorescente
cruzamos un invierno empedrado de noloentiendos
¿Puedo ir al baño,
profe?
¿Eso hay que apuntarlo?
Y mientras a ellos les cuelgan
los caracoles de la
indiferencia
y sueñan verdes
paraísos con wifi
a nosotros se nos pone cara de funcionarios del
tedio
y en la eterna pizarra se
hunden
decimonónicos, los Titanics de nuestra juventud
Sin embargo, a veces
un lunes de noviembre a
las 10 de la mañana
por ejemplo
conseguimos encender un
fuego en su cerebro
y vemos en sus ojos esa
mirada
casi podemos oler su
desconcierto
cuando notan con la lengua
el hueco que ocupaba
antes
una certeza.
Ha sucedido
lo hemos logrado
brilla luminosa la
marca del asombro
en el cuello infinito de
los adolescentes
Nos acercamos
clavamos los colmillos
y succionamos.