La jirafa
no está mal
el delfín
tiene su punto
los
koalas son monísimos
los
canguros extrañamente simpáticos
las
hormigas muy trabajadoras
y al
tigre no le hace falta smoking
para
repartir lecciones de elegancia.
Y sin
embargo qué quieres que te diga
yo soy
partidario del ser humano
seguidor
incondicional
a mí dame
mi dosis de ser humano cada día
que soy
adicto a todas sus Historias
lo
reconozco
me tenéis
absolutamente conquistado.
Me
gustáis en pequeñas dosis sobre todo
que
tampoco es cuestión de atiborrarse
de ser
humano todo el tiempo.
Pero qué
hermosos os ponéis todos de uno en uno
cuando miráis
sin mirar el horizonte
y masticáis
ese miedo despacito
cuando os
repartís la sangre y la esperanza
o cuando
os enseñáis los unos a los otros
matemáticas.
Qué
puñetera belleza
cuando os
conseguís reír a carcajadas
y se
escucha en toda la galaxia
o cuando
subís juntos en el ascensor
y os
fingís muy interesados en la meteorología.
Yo me
comería vuestras orejas Sánchez
por fuera
tan curiosas y tan suaves
por
dentro tan llenas de palabras fritas.
Me
encantan esas ganas imperiosas de contar a los demás
que
habéis visto a nosequién en la pescadería
adoro
vuestro modo de salir a la terraza.
Me
chiflan esos pulgares oponibles,
cuando
decís “qué noche tan bonita”
y lo ponéis todo perdido de tristeza,
vuestras
teorías llenas de velocidades de la luz y agujeritos negros
la
naturalidad con que encendéis la lavadora
la
sagrada diligencia con que quemáis a vuestros muertos.
Esos dioses vuestros ya casi jubilados
las
telenovelas de las cuatro de la tarde
la
diminuta exactitud de las pestañas.
lo inútil
del apéndice.
Tengo que
reconocerlo
sois el animal
de mi vida
me
identifico con ese no estarse quieto en la quietud del ser
y por eso
a veces quiero
abrazarme
a todos tus temores
besar
autobuses de turistas japoneses
albergar
enormes aeropuertos en el pecho
cogeros a
los siete mil millones
y meteros
un año dentro de mi boca.
¿Sabéis?
A
veces os miro subir las escaleras del
metro
con todos
esos sueños girando alrededor de la cabeza
y quiero
deciros que soy uno de los vuestros.
Y
arrodillarme ante vuestras ganas imposibles
de seguir
comprando el pan eternamente.
Necesito
susurraros que os amo
con todo
este dolor incomprensible
este
dolor que estaba aquí cuando llegué
que ni
siquiera es mío
el dolor
que ahora me brota de tus ojos.