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lunes, 4 de marzo de 2019

28 de enero de 2019


Hoy fue un día extraordinariamente normal
veintinosequé de dosmilnosecuántos
no estalló el corazón terrorista de la noche
no se movió un centímetro la frontera de tus miedos
todos tus submarinos reposaron dormidos en el fondo
no explotaron besos de racimo
ni entendiste por fin cómo funcionan los espejos.

Hoy no ganaste ni perdiste la batalla
no cayó sobre tu pie derecho el meteorito
no se despertaron los leones del viento
no llegaron los bárbaros
ni giraron helicópteros marrones en tus ojos

El sol llegó puntual a su trabajo
y la Tierra fue un taxi azul
que te trasladó por el espacio
pero tú no hiciste nada nuevo.

Cambiaste de mano monedas y bolígrafos
compraste paracetamol en la farmacia
empuñaste un tenedor
te lavaste los dientes en silencio
pulsaste el cuarto piso en ascensores
dejaste que tu sombra te siguiera todo el rato.
Pero nada que merezca
una miserable línea de tu biografía.

Piensa en cuántos días han sido idénticos a hoy
mira hacia atrás y contempla
el gigantesco campo de batalla
todo ese ejército de días transparentes
en la fosa común de tu pasado.

Cuando tengas más memoria que futuro
y tus guerras sean cuentos
que un viejo recuerda en el asilo
revivirás tus Waterloos
llorarás tus Stalingrados
añorarás tus desembarcos de Normandía
pero habrás olvidado para siempre
estos días de cuartel y de uniforme.

Quedará tan solo este poema
como una pequeña llama imaginaria
flotando en el blanco de esta página
La tumba de otro día sin nombre
en el bando vencido de tu vida.