Querida
cucharilla de café
nunca
hemos hablado
y
esto te va a parecer una locura.
Te
llevo observando mucho tiempo
desde
que vengo por este bar
hace
ya bastantes años
y
conozco algunos de tus gestos más
íntimos.
Esa
manera de reflejar en tu dorso plateado
las
narices de la gente y deformarlas
el
brillo que te arrancan las tardes soleadas de septiembre
lo
mucho que te gusta
tumbarte bocabajo en un platito.
tumbarte bocabajo en un platito.
Creo
que tenemos cosas en común
esa
afición tuya por removerlo todo
cuando
todavía está caliente,
lo
de sentirte especial a pesar
de
que te pareces mucho a tus hermanas
Esa tendencia cucharil
a
no saber bien qué decir
y
a caerte de la mesa haciendo un ruido algo ridículo
la temperatura que se te dispara
un segundo después de entrar
en la boca de un desconocido.
un segundo después de entrar
en la boca de un desconocido.
Sé
también que hay ciertas diferencias
a
mí me late un corazón
y
tú solo suenas si te choco contra el vaso
yo
estoy lleno de tripas blandas y nervios enroscados
y
tú eres de una sencillez impenetrable
Yo me paso media vida teorizando
y tengo miedo de morirme cada día
y a tu alma de aluminio
se la ve tan despreocupada.
Ojalá
pudieras entenderme
abrieras
esas orejitas de metal y me escucharas
porque
quiero hacerte una propuesta
un
intercambio a ver qué te parece :
yo
te cuento qué se siente
cuando
alguien te dice que te ama
y
tú me cuentas
lo
que pase en este bar
la
mañana que amanezca el mundo
al
día siguiente de mi muerte.