Desde que sé de mí
la muerte es un problema
Lo empeñaría todo por esa sensación de nuevo.
La muerte hay días que acompaña,
la invitamos a la mesa
y desayuna entre mi padre y yo,
no es fiera,
tan solo una consecuencia triste
de la fiesta:
vino malo en un mantel tan blanco.
Yo ya soy mayor,
y hablamos a veces de esas cosas
pero otros días…
no hay quien pueda.
Se instala en mi cerebro hasta la noche
me persigue en autobuses
cuando miro el reloj y sé que es tarde
o alguien me sonríe por la calle.
Esos días de verdad
que no hay quien pueda
Pienso mucho en esos golpes
en la gente que se cae por la ventana
y se hace polvo en un segundo,
y como el que lo mira todo
con el ojo ajeno
no siente más que un susto.
La muerte es demasiado rara
pero a fuerza de insistir consigue
convencerte.
Lo empeñaría todo por esa sensación de nuevo,
tengo ese recuerdo:
Volvemos a casa,
la doctora es buena y muy bonita,
la lluvia patina en la ventana
de nuestro viejo SEAT negro
“Los mayores lo tienen controlado
el mundo está bien,
si no…
cómo iban a estar todos tan tranquilos,
mira a esos dos bajo el paraguas
apretando el paso,
los hombres hemos inventado
los paraguas,
nadie me está engañando”
No tendría más de siete u ocho años,
y ninguna propensión a la filosofía.
Como ahora…
mi cuerpo estaba
a treintainueve grados.
la dama de la siega, que gran poder tiene. Me gusta tu poema, mucho, mucho
ResponderEliminarY a mí me alegra mucho que te guste mucho...
EliminarCuánto dices!!....siento una gran melancolía al leerlo. Es muy sentido y llega dentro. Con "saudade"...
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