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jueves, 27 de diciembre de 2012

No sé si Epicuro estaría orgulloso de mí



No sé si Epicuro estaría orgulloso de mí
es una verdadera lástima
que no hayamos coincidido nunca.

Me levanto pero ya es casi de noche,
las latas de cerveza me miran
como peones sacrificados.
Una guerra civil de ropa sucia y ropa limpia
se ha enconado en la  trinchera del pasillo
(va ganando el bando con menos escrúpulos)

                                Salto.

Cadáveres de libros y papeles y periódicos
se pudren por un suelo más negro
que el subconsciente de un escarabajo


Soy un pez fuera del agua, boqueo
mientras el líquido atraviesa mi garganta
pienso en  uno de esos camiones
que limpian las calles con mangueras.

                               Bebo

En un ataque de sinceridad suicida
decido contemplar mi rostro en el espejo
y como ya sé lo que viene después de eso,
pensamientos del tipo:
esas ojeras violáceas las
hizo la muerte con un subrayador
este pinchazo en el hígado
es el último estertor del cirrótico
este temblor de manos
el principio de una embolia
esta tos un cáncer
este sudor un corazón que para… 

como ya sé algo de mi inclinación
a barajar diagnósticos terribles
me acuerdo de Epicuro y su farmacia,
Cuando la muerte aparezca tú ya no estarás
y cuándo tú estás la muerte no aparece.

Qué manera tan ridícula
de escurrir el bulto, pienso,
y decido hacer lo mismo
y me vuelvo hasta la cama.

3 comentarios:

  1. No sé si es buena idea. Como en el texto oriental, quizá la muerte te espera para aparecerse en tu cama.
    Espléndido poema. Un abrazo.

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  2. Pues no sé si Epicuro estaría orgulloso pero yo he disfrutado con el poema. Un abrazo, amigo Miguel, y todo lo mejor para el 2013

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  3. jajjaja...¿por qué somos tan hipocondríacos?
    Creo...ha de ser un rasgo.

    Gracias por visitarme...estamos conectados.

    Un besazo y feliz año¡¡¡

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